El héroe nacional: Martín Miguel Juan de Mata Güemes

El héroe nacional: Martín Miguel Juan de Mata Güemes

EL HÉROE NACIONAL: MARTÍN MIGUEL JUAN DE MATA GÜEMES.

A esta altura, resultaría absurdo realizar una suerte de biografía plasmada en tuits. Eso sería insultante. Lo que aquí nos proponemos es relatar, con mucho respeto a su historia y narrativa, los hechos que lo engrandecieron.

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En este país (que tanto carece de federalismo en sus políticas y planificación a futuro) se omitió el reconocimiento a nuestro héroe gaucho durante muchos años. No fue hasta 2006 con la Ley 26.125 que finalmente lo reconoció como héroe nacional. Sin embargo, no alcanzó.

Su grandeza e historia no será reconocida como tal únicamente por instrumentos normativos o feriados introducidos varios años tarde. Es MENESTER difundir y establecer en el consciente colectivo su figura como HÉROE nacional a misma altura que San Martín. Si, a la misma altura.

Aquello pudiera parecer que se ha logrado en los últimos años, pero hablando con compatriotas de distintas latitudes pude evidenciar que desconocen gran parte de la epopeya Güemesiana. De vuelta, sería absurdo pensar que este forista pueda revertir ese error. Pero aquí empezamos.

En las zonas altas de Salta, un 8 de febrero de 1785, brotó la vida de Martín Miguel Juan de Mata Güemes. Nacido en una familia de alcurnia, desde niño desafió lo previsible: se empapó del campo, se adentró en las tareas rurales junto a su tropa gaucha, y forjó un vínculo +

profundo con la tierra y los hombres que la habitaban. Ese roce con la pampa lo preparó para una gesta inédita.

En 1806 la goleta inglesa Justine encalla en el Río de la Plata y Güemes, apenas un joven audaz, convocó a sus jinetes y lanzó lo impensable: una carga contra el casco mismo del buque. Caballo y hombre se fundieron, relincharon y cabalgaron sobre la cubierta.

Al capitán no le quedó más que rendirse ante aquel espectáculo imposible. Esa osadía temprana moldeó al caudillo que nunca perdió hondura popular. No fue un general de salón, sino un gaucho de pluma y poncho, campestre y palpable, capaz de cantar bagualas en medio de campañas +

o compartir zambas en los fogones con sus fieles. Su liderazgo fue pura mezcla de poética y puño cerrado. Su figura, talismán de unión entre lo popular y lo estratégico. Bajo su mando, Los Infernales cabalgaron por serranías hostiles en emboscadas fulminantes que petrificaban +

a los realistas. A la manera de antiguos romanos o druidas de tierra, ideó ataques nocturnos, retirada rápida y guerra de desgaste que, tal como lo reconoció San Martín, mantuvo viva la llama de la libertad en el norte . La leyenda forjó sus sombras cuando una carga de toros +

encendidos —la famosa “carga infernal”— sembró el caos en los campamentos enemigos, quemando la noche con la furia genuinamente gauchesca. Así, aplastó hasta diez invasiones realistas.

Elegido gobernador de Salta en 1815 por asamblea popular, no como figura de élite sino como hijo del pueblo, Güemes hizo de su gobierno una prolongación militar y social: expropió tierra a los realistas, eximió a los pobres y protegió a los indígenas.

San Martín, consciente de su poder, lo nombró comandante de avanzada en la frontera del Perú, y apeló a él para mantener distraídos a los realistas mientras las columnas patriotas cruzaban los Andes . Aquella alianza entre el general guerrero y el caudillo gaucho tejió +

la trama mítica que transformó la logística militar en epopeya viviente. Pero el destino reservaba un desenlace trágico. En junio de 1821, una mezcla de traición local y emboscada realista lo herió en la cadera. A lomos de su caballo, escapó por senderos escarpados, manteniendo +

la resistencia hasta caer en la quebrada de La Horqueta. Allí, bajo el silencio de estrellas andinas, sostuvo la fidelidad final con sus gauchos y recordando a su esposa murmuró: “Mi Carmen no tardará en seguirme; morirá por mi muerte así como vivió mi vida”.

Murió el 17 de junio de 1821, sin ver la definitiva derrota realista, pero habiendo avivado la llama que encendieron San Martín y Belgrano. Su muerte, al igual que su vida, fue inmensa: único general caído en suelo argentino durante la independencia, enterrado en la intemperie +

al calor del fuego fiel de sus hombres. Hoy, en Salta, un monumento de 25 m tallado con piedras lo contempla como centinela eterno. Su figura, sin retrato original, vive en las historias: no fue estatua de académicos, sino mito popular y ardor gauchesco .

Quizás suene ambicioso, quizás no tenga la autoridad, pero si la convicción: héroe al nivel de San Martín porque éste abrió la ruta de la libertad, pero fue Güemes quien protegió esa ruta. San Martín cruzó montañas; Güemes atrincheró las pasiones, sostuvo los territorios +

dio carne y fuego a la independencia. Sin su retaguardia invencible, el cruce de los Andes habría sido fábula vana. Juntos, estos tres héroes tejieron el manto continental de la libertad. No hay manual que le haga justicia.

Sus gauchos aún corren en las vertientes del viento, y su voz resuena en cada piedra del norte. Ese es Martín Miguel de Güemes: caudillo gaucho invicto, el campeón de nuestra libertad política, el fiel soldado de la Independencia y el mártir de la Patria.

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Finalizando, espero haber aportado un simple granito de arena para establecer entre nos la figura del héroe que debemos seguir, de aquel que fue hermano, jefe de carne, barro y nobleza. Quien sembró envidias y enemistades porque nunca temió pagar el precio que su causa exigía.

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De los datos que abundan de su vida quizás el que nombre a continuación sea mi favorito, porque me recuerda siempre la razón por la cual fue, es y será mi máxima figura de héroe a seguir: Durante su carrera militar, que inició a sus 14 años, recibió sobornos de todo tipo +

de los españoles. En una carta de respuesta al virrey del Alto Perú, respondió "Diré a Ud. que desde ahora y para siempre renuncio y detesto ese decantado bien que desea proporcionarme. No quiero favores con perjuicio de mi país: este ha de ser libre a pesar del mundo entero".

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